Hace más de cinco décadas, Alejandro Brignardello Oviedo tuvo el honor y el desafío de liderar al recién creado Colegio de Tecnólogos Médicos. Aquí, sus recuerdos sobre los orígenes de la organización.
La idea de crear el Colegio de Tecnólogos Médicos surgió en el seno de la asociación que agrupaba a estos profesionales a finales de la década de los sesenta. El grupo de los que pronto se convertirían en los padres fundadores de la organización comenzó a contactar a parlamentarios -directamente o mediante sus asesores-, para que los apoyaran en su constitución legal. Sus esfuerzos dieron resultados el 28 de julio de 1969, cuando se promulgó la ley que creó, oficialmente, el Colegio de Tecnólogos Médicos de Chile.
Superado ese primer reto se enfocaron en buscar un lugar para trabajar, y arrendaron su primera sede en la calle Santa Rosa N° 25, en Santiago Centro, donde operaron por un tiempo hasta adquirir la que se transformaría en su domicilio definitivo, en la calle José Miguel de la Barra N° 480, barrio Lastarria.
Durante el primer año de funcionamiento, los fundadores del Colegio -entre quienes también se encontraban Lila Wolnitzky Silva, la primera Secretaria – Tesorera, y el doctor Osvaldo Quijada, creador de la carrera.
Se dedicaron fundamentalmente a captar y fichar a la mayor cantidad posible de tecnólogos médicos que se desempeñaban en todo Chile. Les fue bien, debutaron con cerca de mil afiliados a nivel nacional. En paralelo comenzaron a trabajar en la orgánica interna, y organizaron las elecciones que permitirían el Primer Consejo General del colegio, que tras el proceso eleccionario sería liderado por Alejandro Brignardello.
Fue ese primer Consejo General el que, durante el período comprendido entre 1969 y 1973, elaboró la estructura institucional del colegio, incluyendo su reglamento orgánico, concursos, cursos de perfeccionamiento, la creación del departamento de especialidades, la creación de un Fondo de Solidaridad y la implementación del boletín, entre otros. Para el 1 de Junio de 1972, la sede de José Miguel de la Barra estaba totalmente pagada y el colegio tenía su sede definitiva.
Adicionalmente se hicieron presentes en todas las instancias del Ministerio de Salud, entregando informes sobre su postura respecto del rol del tecnólogo médico y su participación en los equipos de salud, junto con el reconocimiento que debían tener por ello. Una perspectiva que, en palabras del mismo Brignardello, sigue vigente: “El Colegio ha mostrado al país su permanente preocupación por mejorar los estándares de la tecnología al servicio de los pacientes e incentiva a los tecnólogos a la búsqueda permanente de estar a la vanguardia en sus distintas áreas de trabajo. El desafío para el futuro de nuestro Colegio debe ser el estar atento y a la vanguardia de la evolución de la medicina en Chile y en lo posible liderar dentro de los equipos de salud los cambios que sean positivos para la salud de todos los chilenos”.